Jornada por la vida 25 de marzo de 2023.

25 de marzo, JORNADA POR LA VIDA

“CONTIGO POR LA VIDA SIEMPRE”

Solemnidad de la anunciación. «Este día la Iglesia celebra el misterio de la encarnación, cuando el Verbo de Dios asumió, por amor, nuestra naturaleza humana para llevarla a su plenitud». 

ROSARIO Y MISA POR LA VIDA presididos por el Obispo Javier Vilanova

Basílica de la Mercè, Plaça de la Mercè, BCN. 

  • 18:00 Rosario
  • 19:15 Misa

Dedicaremos cada uno de los misterios del rosario a rezar por el acompañamiento de la vida humana, la vida de cada persona, en cada una de las fases de su existencia.

  • desde su inicio y durante su fase de gestación,
  • por los que sufren a causa de la violencia, la guerra y los desastres naturales
  • por los enfermos y los que sufren hambre 
  • por los ancianos que ven acercarse el final de la vida
  • por la educación de la sensibilidad en favor de la  defensa de la vida. 

¿Cuáles son los principales mensajes de los obispos para esta Jornada?

Los obispos afirman que “plantear que eliminar una vida humana pueda ser solución para algún problema es una grave equivocación, como ocurre en el caso de un embrión o un feto en el seno de su madre”. Por eso, “las leyes que promueven y amplían el supuesto «derecho al aborto» son absolutamente injustas porque “legalizan la muerte de personas inocentes e indefensas”.

Los obispos reclaman “una serena reflexión” que “vaya a las raíces del problema y busque alternativas reales para que las madres que afrontan, muchas veces en soledad, un embarazo no deseado no tengan que recurrir al aborto”.

También piden acompañamiento para los refugiados e inmigrantes “que llegan a nuestras fronteras, la mayoría de las veces en condiciones tan trágicas”. Recuerdan las palabras del papa Francisco en Fratelli tutti: “Nunca se dirá que no son humanos, pero, en la práctica, con las decisiones y el modo de tratarlos, se expresa que se los considera menos valiosos, menos importantes, menos humanos. Es inaceptable que los cristianos compartan esta mentalidad y estas actitudes, haciendo prevalecer, a veces, ciertas preferencias políticas por encima de hondas convicciones de la propia fe: la inalienable dignidad de cada persona humana más allá de su origen, color o religión, y la ley suprema del amor fraterno”.

En cuanto a la enfermedad mental se hacen eco del “alarmante” aumento de suicidios, especialmente entre los más jóvenes. Los obispos ofrecen la colaboración de la Iglesia para afrontar el tema y manifiestan su deseo de “estar cerca de los familiares y amigos de las personas que se han suicidado, acogiendo y acompañando con respeto su dolor”.

En cuanto a la ancianidad señalan que “en una sociedad del descarte y la desvinculación, los mayores siempre tienen mucho que perder” y es necesario “un planteamiento en el que las personas mayores sean protagonistas” y “crear cauces para escuchar su voz y para darles espacio en la vida de la Iglesia y de la sociedad”.

Y respecto al final de la vida, cuando la vida humana “en muchas ocasiones vuelve a ser frágil” alertan contra “la gran tentación que consiste en buscar falsas vías, que pretenden eliminar el sufrimiento, cuando lo que están haciendo es acabar con la vida de la persona”. Por eso, una vez más, dicen,  “manifestamos nuestro rechazo a la ley que regula la eutanasia y pedimos la aprobación de una ley integral de cuidados paliativos, dotada de los recursos necesarios, para acompañar de manera verdaderamente humana a las personas en la fase final de su vida”.

Los obispos continúan su mensaje aportando algunas propuestas de acción porque “el análisis realista de la situación” en lugar de “llevarnos al pesimismo” debe “comprometernos en la transformación de este mundo al cual Dios ama tanto”.

En primer lugar, “conscientes de la magnitud del desafío, debemos promover la oración por la defensa de la vida humana”. En segundo lugar, proponen el testimonio personal. Cada fiel cristiano está llamado a dar “testimonio del amor verdadero con palabras y con obras”. En tercer lugar, exhortan a los laicos a comprometerse y acompañar a las personas que deben ser, especialmente, acompañadas.

Los obispos terminan su mensaje pidiendo a “María Santísima, Madre de la Vida, que infunda en nosotros un amor concreto y creativo para instaurar la cultura de la vida, acompañando y acogiendo a cada persona”.